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Vapor


Dueños de la tierra,
esclavos de los hombres.

           Hay un punto, una línea divisoria imperceptible para los que sólo usan los ojos para ver, o para los que sólo miran. No es despectivo, es preciso y particular.
           Hay más allá, más allá de donde alcanzan las yemas de tus dedos. Siempre lo hay, siempre un nodo de afluencia, siempre un todo.
           Y siempre nada
           Qué puedo decir, no se puede explicar si no lo conoces. Como el sol de la primavera o el olor a tierra mojada.
           O como el sabor a los labios de ella.
           Como el humo.
           Joder, como si todo fuera humo. Tan incontrolable y vaporoso como el maldito humo.
           Raro es si algo es sólo para hoy, pero difícilmente durará hasta mañana.
           Es una ley no escrita, como todas las que suelen cumplirse.
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Amebas: Human evolution

Amebas: human evolution

El ejercicio de vivir discurre por una inmensa gama de matices
que oscila entre dos extremos: el de levitar en las nubes
y el de enterrarse en el íntimo y particular terruño
que forma parte de las esencias de cada uno.
Joaquín Lorente


Ya hace un tiempo que me vengo dando cuenta, y quizás empezó la cuenta al leer a Lorente, que pasados los hitos de la vida costumbrista a la que el hombre moderno se acostumbra ya desde antaño, se convierte uno en una ameba enajenada, malhumorada y enganchada a la televisión.
                Para mí que nos han educado así, y por aquello de no saber con qué soñar, va el materialismo y triunfa.
Porque es la última esperanza.
                Aunque no estoy muy seguro de si el materialismo nos quitó la esperanza para quedarse él, o si surgió como una necesidad. Pero el caso es que lleva tanto tiempo con nosotros como el tiempo mismo que nosotros llevamos aquí. Sea como sea, llega un momento que es lo único que nos llena. El alimento de las amebas.
                Es la historia de siempre.
                Nace.
                No preguntes y obedece.
                Nace. Crece. Estudia. Emborráchate. Quéjate y rebélate. Decide qué te gusta y busca un trabajo. Encuentra un trabajo.
                Asume que has madurado –JA!- y cásate.
                Ten hijos, y conviértelos en el centro de tu vida.
                Ya sólo queda prepararte para odiarte a ti mismo.
                Es así.
                A la gente de a pie se le olvida que va a seguir viviendo hasta el mismo instante en que se muera.  Se le olvida, y se limitan a existir. La ameba ya no tiene nada pendiente, y no tener nada pendiente es la diferencia entre una cosa y la otra. Y el futuro, siendo en sí la definición de lo que nos queda por vivir, si no lo llenas con alguna clase de propósito, o designio, o plan, o periplo; con un norte, o un anhelo, o una meta, o un ánimo de resolución o, en definitiva, cualquier tipo de aspiración u objetivo, estás tan vivo como un erizo de mar.
                Es así señores. La vida de la tranquilidad es mentira. Al menos así lo es si te has criado donde seguramente te has criado si estás leyendo esto.
                Nacemos en el ojo de un huracán de contradicciones y falsedades, en una cuna de jeringuillas infectadas de consumismo y cobardía. La cultura occidental está podrida, intoxicándonos desde antes incluso de tener conciencia.
                Que nos han hecho creer que somos libres. ¡Libres! Lo que somos es un puñado de ciegos.
                Así que cuando al hombre occidental se le acaba la época de buena salud y pocas responsabilidades dice que entra en crisis de edad. Fases de involución es lo que son. Pasos hacia la transformación en el elemento universal nuetro: la ameba. Minúsculas ruedas dentadas que poco de su rumbo pueden cambiar en el gigantesco sistema que -supuestamente- hemos creado. Poco a poco, olvidamos que estamos vivos, y nos marchitamos.

                Y así, el futuro se convierte en una trágica sucesión de días que, seguramente, serán más bien malos que buenos. Y resulta que se da la casualidad de que, cuanto más jodido estás, más te sale joder a los demás.
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Nada es ni tanto, ni tan poco


Apúntame con un arma y dime que estoy muerto.
Dame la vida quitándomela.

            Me equivoqué de medio a medio al creer en un mundo lineal. Aunque siempre hay dos extremos, ambos se unen en el infinito.
            Como dos beodos rodeando una farola.
            Con extemporánea y profunda abnegación se soslaya que carece de importancia el allá de donde vengas, siempre y cuando de allí te hayas marchado.
            Y no se trata de lugares, señores, si no de razones, pensamientos y pasiones.
            Puedes desmontarlo todo y mostrarlo tal como es, o aderezarlo con la magia de la fe. Pero es bien sabido, aunque poco digerido, que tiempo que dedicas a tirar de aquello que hay atrás es tiempo que regalas al pasado.
            Pues al final todo cambia; nada se queda.
            Y el presente es el testigo, en cuyo seno se cosecha al tiempo que se siembra, más por casualidad que por las causas.
            Desde un principio hasta el fin, nada es ni tanto ni es tan poco, como ni tan limitado es lo superficial ni tan infinita la promesa de lo que espera mas allá.



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Si un escritor se enamora de ti, nunca morirás.
 
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